Con las notas de final de curso, y las de Selectividad, ha habido algunos que me habéis mandado correos en los que se expresaban lamentos por la desilusión que alguna de las notas habían causado. En definitiva, se vislumbraba cierto olorcillo a lo que llaman por ahí fracaso.
Esto del fracaso o del éxito siempre me ha parecido algo no sólo mentalmente estrecho, sino absolutamente ajeno a nuestra cultura (me refiero a la cultura española, que yo creo que existe pese a que algunos se empeñen en negarla o disolverla en diecisiete culturas distintas). Empezamos a contaminarnos de algo que no es precisamente bueno, mientras que no copiamos tanto los aspectos positivos. El You´re a loser, (eres un perdedor, suelen traducir en las pelis, eres un fracasado, sería en traducción más nuestra) es una expresión estúpida que usan los estadounidenses con cierta frecuencia. ¿Qué quiere decir perder en una empresa tan compleja y enorme como es la vida?
Esta realidad archiproblemática, que es la vida, según decía el maestro Ortega, parece requerir por nuestra parte algún matiz. ¿Sómos perdedores en por tener pocos amigos? ¿Cuántos son "pocos amigos"?¿Somos perdedores económicos porque no tenemos mucho dinero? ¿Cuánto es "poco dinero"? ¿Somos perdedores en vitalidad, nos sentimos cansados ya de vivir? ¿Somos perdedores porque carecemos de poder social? ¿Cuál sería un grado de poder exitoso?¿Somos perdedores porque no hemos acabado los estudios en los años prefijados? ¿Somos perdedores cuando no podemos tener hijos... o porque estamos enfermos...? Como véis, en el momento en que entramos en matices , aparece la estupidez de las preguntas (y de la pregunta-madre) en toda su claridad.
Ya decía el archimanipulador y tirano Goebbels aquello de que una mentira repetida suficientes veces acaba por ser verdad. Y me temo que hemos adoptado con frecuencia esa mentira que guarda poca relación con la vida: la de que hay vidas exitosas y vidas fracasadas; así, sin más, totalmente fracasadas o exitosas. Pero me temo que, en realidad, la vida está llena de grandes desvíos y de pequeñas desviaciones, casi imperceptibles, que nos llevan sin querer ni saber a destinos inéditos. Es lógico, puesto que la vida es imprevisible. Pero es que además, lo que uno puede percibir como fracaso, otro lo puede percibir como un éxito; e incluso, objetivamente, podemos considerar que correr los cien metros en un minuto es un "fracaso" para un atleta olímipico pero un gran logro para un atleta paralímpico.
Hoy queremos ser o hacer esto, pero mañana una persona o un sueño se cruzan en nuestro camino y a lo mejor nos sentimos tentados a variar nuestro dirección, o nuestras prioridades. ¿Y si nos equivocamos?, decimos. Equivocarse tiene el significado etimológico de “oír dos voces iguales”. Se presupone que no las deberíamos oír con la misma intensidad, pero eso es, al fin, lo que ocurre. Cuando nos equivocamos de algún modo hemos elegido la voz incorrecta. ¿Cómo saber que es incorrecta? Ese es el gran problema. Sencillamente, no se puede saber...hasta que todo ha pasado. E incluso entonces es difícil de decir. (Dejo a un lado decisiones que son claramente erróneas, porque acaban con nuestra posibilidad de equivocarnos: caer en una drogadicción o en una banda terrorista, ingerir arsénico,etc).
Si tropiezas el Triunfo, si llega tu Derrota, y a los dos impostores les tratas de igual forma...( If you can meet with Triumph and Disaster And treat those two imposters just the same) esto es lo que dice Rudyard Kipling en su famosísimo poema. ¿Por qué son dos impostores el éxito y el fracaso? Pues porque los genera nuestra imaginación en un proceso irracional y completamente sesgado. ¿Diríamos que triunfa alguien que alcanza un puesto más elevado en su profesión y por la razón que sea todo eso le lleva a divorciarse por haberse disminuido afectivamente, por ejemplo? ¿Diríamos que fracasa una pareja que se da cuenta de que no tienen futuro y actúan en consecuencia sin cegarse por su miedo al fracaso, y gracias a ello, puede ser felices con otras personas?
Solo un auténtico loser puede decir a otra persona o a sí mismo You're a loser. Por eso, cada vez que sentimos que hemos fracasado, nos decimos a nosotros mismos lo que no deberíamos decirnos. No hemos fracasado, sólo... no han salido los planes que teníamos, que puede que no fueran los mejores. ¿Qué hacer, entonces? ¿Decir “la vida es bella” y no preocuparse de planificar? No , claro. Necesitamos los planes como los galgos la liebre de plástico o el caballo la zanahoria, para seguir andando. Un plan de vida, un proyecto, es un mapa que orienta. Pero no debemos aferrarnos a ellos. Son sólo planes, no son nosotros. Cambiemos los planes, revisemos nuestros objetivos, ajustemos nuestras expectativas, aprendamos... es decir, actuemos, y no perdamos un sólo segundo en decirnos a nosotros o a otros... You're a loser.