Por Clara Marín 2º BACH B
Iniciamos una breve serie de artículos que pretenden ser el resumen de la participacion de un grupo de alumnos del centro en los IV Premios Raigadas, un certamen que se viene realizando en Huéscar los últimos años y que tienen carácter religioso, inserto en lo que se suele plantear como diálogos entre fe y cultura. Por eso encontraremos referencias constantes al cristianismo junto con Grecia y Roma como fuentes de donde manan los valores de Occidente. La exposición llevó por título "¿Tiemblan los pilares de Occidente?".
Nos guste o no, está claro que vivimos en una sociedad de base y raíces cristianas. La mayoría de nuestros valores vienen del cristianismo, si bien contamos con otras influencias, como Roma y Grecia, cuyo impacto en Occidente es incalculable.
Así, los valores que consideramos más importantes hoy en día(el derecho a la vida, la dignidad humana universal, la igualdad, entre otros) vienen en buena medida del cristianismo, o al menos tienen sus raíces en él.
El problema es que desde hace tiempo hay un sentimiento muy extendido de vergüenza ante estas raíces. Nos negamos a aceptarlas, por ignorancia o por un rechazo irracional, a veces inculcado, a veces como reacción a una presión pasada, a una obligación hacia la religión.
Al avergonzarnos y renegar de estos valores, damos lugar a situaciones contradictorias y vergonzosas, con las que nos encontramos en el día a día, y que ya forman parte de nuestras vidas. Sólo debemos pensar en estos ejemplos.
- Vemos totalmente normal que una mujer musulmana lleve un velo como reivindicación de su cultura y su religión(siempre que sea por elección propia), pero nos sorprendemos cuando alguien lleva un crucifijo.
O vemos cómo una de las discotecas más concurridas de Londres es una antigua iglesia reconvertida. No ha habido ni una sola queja. Sin embargo, a la discoteca La Meca, en Águilas le cambiaron el nombre, porque hubo hasta amenazas de bomba. El problema aquí es que mucha gente justifica esas quejas(sólo las que no incluían una llamada al asesinato de infieles) alegando que nadie tiene derecho a faltar así al respeto a esa religión, y no se dan cuenta de que el problema es de quien se ofende por la simple mención de un aspecto de su cultura.
Ante estos hechos la pregunta es ¿por qué no actuamos frente al fanatismo? ¿Es por miedo, por tolerancia?¿O es por miedo a que se nos tache de retrógrados o intolerantes, es decir, por vergüenza?
Para terminar, hace poco, la revista El Jueves sacaba una portada, en la imagen, en la que aparecían los Príncipes en una situación algo comprometedora. Se secuestró la revista, los autores fueron llevados a juicio y obligados a pagar una multa millonaria. Hace poco también, una escultora ha realizado un imagen de Cristo con una erección. No ha habido ninguna reacción. Hace unos años, un político español, en un viaje a Israel estuvo bromeando con una corona de espinas. Quedó en una anécdota.
Es contradictorio que sólo haya libertad de expresión para algunas cosas, y para otras, una simple ofensa es motivo de denuncia.