Por Antonio M. Lozano Ortega, 1º BACH B
¿Para qué engañarnos? No conocemos el 90% de la materia que constituye el universo, y del resto ni su estructura real ni la causa de su comportamiento.
¿Para qué engañarnos? No conocemos el 90% de la materia que constituye el universo, y del resto ni su estructura real ni la causa de su comportamiento.
Ante esta afirmación tan drástica uno puede pensar: ¿Entonces, la relatividad, la física cuántica...?
Desfasan a la teoría newtoniana pero todavía encontrarás singularidades no explicadas ( el propio Big Bang ), y no existe ninguna teoría unificada de las dos. Nada definitivo.
Ante todo, humildad: la ciencia ha dado un gran salto en un par de siglos, medicina e ingeniería han solucionado gran parte de los problemas prácticos del hombre, mejorando su calidad de vida ( en realidad, sólo de una discutible parte de la población mundial ) y la física y química teóricas nos abren los ojos al comportamiento de esto que nos constituye, pero la soberbia es un mal sentimiento y nos aleja de la realidad que estudian los científicos.
Ni estamos en un punto cúspide de la historia, ni de la evolución humana, y nuestra “supremacía “ está marcada por errores y un gran sufrimiento: la ciencia no es suficiente sin que la guíe una meta ética: ya Jürgen Habermas indicaba la necesidad de tener control sobre la propia ciencia y su finalidad.
He aquí una vaga visión más o menos general del panorama, aun pareciendo pesimista, ¿Qué más podría incitarte a la ciencia que el saber que quedan infinitos avances, que no es un campo cerrado? Y si quieres, házle un favor a la humanidad ( no, no es mediante nada malo, sino siguiendo una moral en tus trabajos), ¡engrandeciendo la ciencia al servicio del hombre!.
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