Por Laura Cano 1º BACH D
El ser humano es un ser social por naturaleza, necesita relacionarse, hablar, conocer gente e integrarse. Las personas tendemos a asociarnos en grupos para satisfacer estas necesidades, pero en ocasiones, estos grupos pueden no ser tan positivos. Nos referimos en este caso a las sectas; organizaciones que operan bajo la cobertura de la libertad religiosa, que atentan contra los derechos humanos del hombre, comprometiendo la situación social de las personas afectadas. Y es que las sectas se aprovechan de los momentos de debilidad de las personas para captar adeptos, prometen soluciones a todos los problemas, hacen ver que ellos tienen el verdadero conocimiento o el único camino, y absorben al individuo hasta transformarlo en lo que ellos quieren que sea. La entrada a una secta proporciona satisfacción y crea una sensación de compañerismo y fraternidad a los nuevos miembros de estas asociaciones. Les crea una falsa ilusión de entendimiento y apoyo, para más tarde aprovechar esa confianza y arrebatarles, no solamente cosas materiales como dinero o bienes, sino también tiempo, creencias, ideas propias, etc. Resulta complicado cuantificar el número de estas asociaciones debido a su clandestinidad, y más todavía conocer el número de adeptos, pero existen en todas las ciudades de nuestro país, convivimos con las sectas a diario. Es una peligrosa realidad a la que no hay que dar la espalda. En definitiva teniendo unas buenas bases en nuestra creencia seremos más inmunes a estos grupos totalitarios.
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