Don't talk, if you can read; don't read if you can write; don't write if you can think. HANNA ARENDT, Diario filosófico

martes, 7 de julio de 2009

Adiós a Mario Benedetti

Hace poco tiempo nos dejó Mario Benedetti, un poeta que mucha gente de mi generación (y anteriores) ha seguido con fervor. Una de sus poesías más conocidas es Te quiero, una composición que creo que resume como ninguna otra poesía que yo conozca la transcendencia del amor de pareja, el compromiso y la prolongación de ese amor porque el amor no es aureola ni cándida moraleja...
Estos tiempos parecen especialmente malos para creer en la fuerza del espíritu del hombre para crear mundos nuevos, para transcender de lo pequeño, de la mezquindad. Por eso quizá necesitemos más que nunca recordar a Benedetti. Nacha Guevara le puso una hermosa música a este poema. Serrat también ha puesto música a muchos poemas suyos. Los poetas son imprescindibles para dar forma a esa insatisfacción que sentimos tantas veces porque falta vida a nuestra vida, porque nos falta horizonte y nos ahoga la realidad cotidiana: ellos ponen en palabras esos anhelos y nos permiten seguir creyendo en el hombre, o sea, en nosotros mismos.


Tus manos son mi caricia,
mis acordes cotidianos;
te quiero porque tus manos
trabajan por la justicia.
Si te quiero es porque sos
mi amor, mi cómplice, y todo.
Y en la calle codo a codo
somos mucho más que dos.
Tus ojos son mi conjuro
contra la mala jornada;
te quiero por tu mirada
que mira y siembra futuro.
Tu boca que es tuya y mía,
tu boca no se equivoca;
te quiero porque tu boca
sabe gritar rebeldía.
Si te quiero es porque sos
mi amor mi cómplice y todo.
Y en la calle codo a codo
somos mucho más que dos.
Y por tu rostro sincero.
Y tu paso vagabundo.
Y tu llanto por el mundo.
Porque sos pueblo te quiero.
Y porque amor no es aureola,
ni cándida moraleja,
y porque somos pareja
que sabe que no está sola.
Te quiero en mi paraíso;
es decir, que en mi país
la gente viva feliz
aunque no tenga permiso.
Si te quiero es por que sos
mi amor, mi cómplice y todo.
Y en la calle codo a codo
somos mucho más que dos.



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